“Non c’è fallimento, è stata una vendetta.”

Non si placano le voci a seguito dell’ultima notizia:
Entrado el milenio y acostumbrándose a la novedad de los 2000, el fútbol italiano vivía sus últimos coletazos de la grandeza que supo regentar en los 80’s y 90’s. Fuera de los míticos Inter, Juventus o Milan, varios clubes de la Serie A se valían de nombres brillantes para hacerla la liga más llamativa de Europa. En el Brescia, por ejemplo, resonaban jugadores de la talla de Roberto Baggio, Luca Toni, Andrea Pirlo o Pep Guardiola, mismos que pusieron al club de Lombardía en la palestra. Poco más de dos décadas después, lastimosamente, la realidad es muy distinta. Tanto que, hundidos en el descenso a la Serie C, los ‘biancazzurri’ sellaron su desaparición tras 114 años de historia.
La crisis institucional y financiera del club venía gestándose desde hace tiempo. La Federación Italiana de Fútbol (FIGC) ya había sancionado anteriormente a la entidad con la deducción de cuatro puntos por incumplimientos en los pagos, lo que provocó su descenso administrativo y permitió que la Sampdoria mantuviera la categoría.
Pep Guardiola durante i suoi giorni a Brescia (2004) / JAVI FERRÁNDIZ
Nicola Binda, periodista italiano, explicó en SPORT lo sucedido: “No hay quiebra. Fue decisión de su presidente, Massimo Cellino: ofendido por las protestas, triste por los resultados, destrozado por la sanción que lo llevó al descenso a la Serie C, decidió, en venganza, no inscribir al equipo, cometiendo una gran injusticia con la afición y la ciudad”.
NOMBRES ILUSTRES Y UN ADIÓS DOLOROSO
Esta situación marca el final de la actividad profesional de un club histórico en el fútbol italiano, con figuras deslumbrantes en sus filas durante muchas temporadas. A los Baggio, Pirlo y Guardiola se le suman también jugadores como Mario Balotelli, Marek Hamsik, Gheorghe Hagi o Daniele De Rossi, culpables de las 23 campañas que disputó el equipo en Serie A. Su mejor resultado en la liga fue un octavo puesto en la campaña 2000-2001, bajo la dirección técnica de Carlo Mazzone.
“Desafortunadamente, es una película que ya se ha visto en muchos lugares importantes como Palermo, Bari, Catania, Parma, Livorno y otros. Sucede en el fútbol como en cualquier actividad empresarial: una empresa fracasa y desaparece”, añade Binda, que explicó los pasos a seguir tras el suceso.
“Ahora el alcalde intentará reunirse con los tres clubes de la Serie C de la provincia para encontrar una solución: unir fuerzas o pedirle a uno de ellos que se transforme en el Brescia. La FIGC garantiza la continuidad si hay forma, porque toda ciudad merece un equipo de fútbol. Con la presentación del alcalde, nacerá una nueva empresa que representará a la ciudad y tendrá la oportunidad de jugar en el estadio municipal”, expone Binda, aunque esta salida no acaba de calar en los ‘tifosi’: “La afición no quiere esta solución: quiere un nuevo Brescia, un Brescia de verdad, aunque tenga que empezar de cero”.
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